¡Madre mía! ¡Pero si ya casi ha pasado un mes
desde mi último post! Esto no puede ser.
No sé qué pasa en vacaciones pero se pasa el
tiempo volando… y me da la sensación de ¡no estar haciendo nada!, pero en
cambio no tengo ni un hueco para desconectar.
Voy a tener que empezar a apuntar en qué paso
las horas para hacerme consciente de dónde se me escapan los días.
Bueno, otra de las cosas que son típicas de
verano son los cumpleaños, no sé vosotros, pero a mi entre julio y agosto se me
acumulan los regalos.
Aunque este año no me quejo, con esto de la
repostería arreglo rápido los regalos, una tarta, de su dulce favorito, un
detalle personalizado y listo, caras de alucine aseguradas.
Este mes llevo ya dos tartas personalizadas,
la primera de ellas y de la que os traigo la receta hoy es la de mi Tía,
colecciona brujitas así que qué mejor que darle otra bruja para su colección.
Además de gustarle las brujas también le pirra
el chocolate, por lo que le preparé una Devil’s food cake de tres pisos con
chocolate a hartar.
Para preparar una tarta como esta necesitais:
- 250 g de harina
- 1 y ¼ cucharadita de bicarbonato
- ¼ cucharadita de levadura
- 90g de cacao puro en polvo
- 210g de azúcar
- 80g de mantequilla temperatura ambiente
- 3 huevos
- 1 cucharadita de vainilla
- 350 ml de leche
Antes de nada precalentamos el horno a 180º
Colocamos todos los ingredientes secos para
que se vayan mezclando bien y de forma homogénea por lo que ponemos la harina,
el bicarbonato, la levadura y el cacao.
Después batimos la mantequilla con el azúcar
hasta que esté cremosa. Ahora añadiremos los huevos uno a uno para que se
integren completamente.
Incorporamos la vainilla y pasamos a añadir
intercalados los ingredientes secos, siempre tamizados con la leche.
Terminaremos de hacer la mezcla a mano con una
espátula para asegurarnos que no quede harina sin mezclar por los moldes.
Para esta tarta yo usé dos moldes desmoldables
de 15cm de diámetro, previamente engrasados y enharinados. Repartí la masa en
dos partes echando dos cucharadas de helado en uno y una en el otro una (quería tres pisos) hasta terminar toda la
mezcla.
Metemos los moldes unos 30 minutos en el
horno, hasta que salga el palillo seco.
Cuando estén listos los dejamos 10 minutos en
el molde y después los pasamos a una rejilla a que terminen de enfriarse.
Mientras tanto podemos ir preparando la nata
para la decoración.
Para esta tarta, necesité casi un litro de
nata, de la de montar con 35% materia grasa. Para que sea más fácil montarla
metemos el recipiente donde vayamos a batir unos 15 minutos en la nevera para
que esté bien fresquito.
Es más fácil montar la nata a poquitos, y como
mi tarta era de tres pisos preparé nata en cuatro tandas, por lo que de cada
vez batí 250ml de nata con unas seis cucharadas de azúcar.
Empezaremos a montar la nata con las varillas de
la batidora a una velocidad no muy alta, cuando veamos que hay muchas
burbujitas es el momento de añadir la azúcar para que la nata termine de
montar.
Sabremos que está lista cuando al darle la
vuelta al recipiente no se caiga.
Para mí este paso es el peor de todos porque
como no esté…. Te pasarás un buen rato limpiando nata de la cocina…
Para montar la tarta, lo primero es preparar
las planchas de los bizcochos, para eso cortamos los cachos de bizcocho que
sobren para dejar unos pisos bien lisitos. En mi caso, como uno subió más que
otro, hice dos planchas de un molde y otra plancha con el otro, 3 pisos en
total.
Preparé un plato giratorio cubierto de papel
de horno, para no marcharlo demasiado, y coloqué el primer piso en él, lo
recubrí por encima de nata y lo metí en la nevera un par de horas.
Fui preparando los siguientes 250g de nata
como os conté antes y coloqué el segundo piso sobre el que tenía en la nevera
para cubrirlo otra vez de nata y volver a meterlo en la nevera otro rato más.
Finalmente coloqué el último piso y cubrí toda
la tarta con una capa de nata (250gm), esta capa de nata se llama “recoge migas”
y sirve para que todos esos cachitos y miguitas de bizcocho se queden sujetos y
no estropeen la decoración final de la tarta. Volvemos a meter la tarta en la
nevera otra hora más o menos.
Para terminar montamos otros 250gm de nata y cubrimos nuestra tarta
con la última capa, intentaremos que esta quede lo más lisita y blanca posible.
La llevaremos a la nevera otra vez.
Y a estas alturas estaréis pensando… pero se
me voy a pasar toda la tarde haciendo esta tarta,… pues sí, no os voy a engañar,
yo fui matando el tiempo preparando la plancha de fondant con el dibujo.
Para hacerlo, lo primero que hice fue buscar
un dibujo por internet que me gustara, soy muy mala dibujando… una vez
encontrado lo calqué en un folio y lo pasé a papel de horno.
Al dibujo en el papel de horno, con un punzón,
le fui haciendo agujeritos que sirven de guía para después.
Estiramos una plancha de fondant del tamaño de
nuestra tarta (veréis que la mía quedó un poquito grande de más) y colocamos el
papel de horno encima.
Iremos repasando los agujeros con un rotulados
comestible, así cuando retiremos el papel quedará marcado en el fondant una
guía de nuestro dibujo.
Con glasa de delineado negra seguimos esos
puntos hasta tener nuestro dibujo, ayudará mucho tener el original a la vista.
Cuando la glasa esté seca es el momento de
pintar. Con colorantes en gel y un poco de alcohol (lo hay específico para
cocina o sino cualquier alcohol blanco, ginebra o vodka, sirven) preparamos los
colores que vayamos a necesitar. Tendremos así unas pinturas como acuarelas.
Pintamos nuestro dibujo y lo dejamos secar.
Añadimos los últimos detalles con un rotulador comestible y solo queda poner la plancha de
fondant encima de nuestra tarta y pasarla a un plato para servirla.
Escrito parece una locura y muy lioso, pero os
aseguro que si tenéis tiempo podéis hacerla sin problema, además os quedará un
olor delicioso a chocolate en vuestra casa durante casi un día.
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